miércoles, 16 de abril de 2014

LA OLIVETTIWORD


       El abuelo de mi amigo Carlitos García escribía sus novelas en una máquina de escribir Olivetti que se compró de segunda mano hace más de cuarenta años. Cuando el veterano escritor cumplió ochenta años, mi amigo Carlitos le regaló un ordenador para que probara y aprovechara las ventajas del procesador de textos Word. Una semana tardó el octogenario narrador en aprender los entresijos del complicado artefacto y las peculiaridades del procesador, y en verdad quedó maravillado de las facilidades para escribir que el aparatito le ofrecía, pero por otro lado, esa modernidad tecnológica le resultaba tan artificiosa como insustancial, porque el hombre estaba demasiado acostumbrado a ver y escuchar los brazos de los caracteres de su Olivetti golpear el papel; y a empujar con su mano izquierda el carro de la máquina para que éste se deslizara hacía la derecha y provocara el salto de línea. Notaba que esa escritura tan intangible que le proporcionaba el ordenador entorpecía su inspiración. Así pues, el viejo romántico desechó el silencioso procesador de textos y volvió a la metálica algarabía de su máquina Olivetti. Pero mi amigo Carlitos, aun entendiendo la determinación de su abuelo, no quedó satisfecho y como es un genio de la informática, comenzó a estudiar la forma de adaptar la vieja Olivetti al ordenador, de manera que su abuelo pudiera seguir escribiendo a la vieja usanza y a la vez aprovechar las bonanzas de la nueva tecnología. Y lo consiguió. Instaló en los caracteres de la máquina unos sensores especiales, de manera que cuando los símbolos de hierro tocaban el papel  también quedaban reflejados con las mismas características en el monitor; y lo mismo hizo con el carro. Éste, al ser empujado, indicaba en la pantalla el salto de línea. Así nació la Olivettiword, el ordenador del que se sirven los viejos escritores que un día cambiaron la pluma por el bolígrafo y el bolígrafo por la máquina de escribir, pero no están dispuestos a ir más allá. 




THE OLIVETTIWORD

The grandfather of my friend Carlitos García wrote his novels on an Olivetti typewriter that was bought second hand more than forty years ago. When the veteran writer turned eighty years old, my friend Carlitos gave him a computer to test and take advantage of the word processor Word. A week took the octogenarian narrator to learn the ins and outs of the complicated device and the peculiarities of the processor, and really was amazed at the facilities to write that the gadget offered, but on the other hand, this technological modernity was as contrived as insubstantial, because the man was too used to seeing and hearing the arms of the characters of his Olivetti hit the paper; and to push with his left hand the car of the machine so that this one slid to the right and caused the jump of line. He noticed that the intangible writing provided by the computer hindered his inspiration. So, the old romantic discarded the silent word processor and returned to the metallic hubbub of his Olivetti machine. But my friend Carlitos, still understanding the determination of his grandfather, was not satisfied and as he is a computer genius, he began to study how to adapt the old Olivetti to the computer, so that his grandfather could continue writing in the old way and at the same time take advantage of the bonanzas of the new technology. And he got it. He installed special sensors in the characters of the machine, so that when the iron symbols touched the paper they were also reflected with the same characteristics on the monitor; and the same did with the car. When pushed, it indicated on the screen the line break. Thus was born the Olivettiword, the computer used by the old writers who one day changed the pen for the pen and the pen by the typewriter, but are not willing to go further.

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