miércoles, 17 de abril de 2019

ANIMALOGÍA


     Siempre me ha gustado buscar semejanzas físicas entre personas y animales. Por ejemplo, veo gente con la cara angulosa y los ojos ligeramente curvados hacia el tabique nasal y relaciono sus rostros con el de un zorro o un coyote. Alguien con ojos redondeados y la cara ancha se me asemeja a un perro San Bernardo, o a un koala. Una cara humana con nariz achatada y ojos pequeños a una serpiente –que no tiene por qué ser viperina-, o a un perro bóxer. De ser la nariz afilada y algo ganchuda, a un ave rapaz. Claro que no sólo la cara se presta e este juego de similitudes persona-animal. También otras partes del cuerpo colaboran para que uno le eche imaginación al asunto y se entretenga en pensar que un varón con las piernas largas anda parecido a un ave zancuda, como el flamenco o el pelícano. Que los andares de una mujer con los pies   planos calzando zapatos de altos tacones recuerdan al pingüino, o los que caminan con las piernas abiertas encorvados hacia adelante, al chimpancé.
      Hace tiempo cayó en mis manos un revista que contenía un genial reportaje gráfico que se titulaba De tal dueño, tal perro, con diez o doce fotografías que mostraban  las cabezas de varias personas junto a las cabezas de sus respectivos perros, y créanme, se diría que los canes eran fieles caricaturas de sus dueños.   
      A los animales siempre se les ha buscado mucha simbología y sus figuras se utilizan para representar a países, como el gallo a Francia o Portugal, y el toro de lidia a España. Pero son los chinos los que más discurren y basan el transcurso de su existencia en el mundo animal: el año de la rata, del búfalo, del gallo, etc.
    Sí, las personas y los animales tenemos más en común de lo que creemos. Imitamos con frecuencia a los animales. Algunos lo malo, como por ejemplo esos tipos que son bastante burros porque conducen como cabras, torpemente igual que gansos. Otros lo bueno, como esos a los que su mujer les dice con mucha asiduidad: “Manolo, estás hecho un toro”. Claro que también depende porqué lo diga.

PEOPLE AND ANIMALS
     I have always liked to look for physical similarities between people and animals. For example, I see people with anangular face and slightly curved eyes towards the nasal septum and I relate their faces with that of a fox or a coyote. Someone with rounded eyes and a broad face resembles a San Bernardo dog, or a koala. A human face with a flattened nose and small eyes to a snake - which does not have to be a viper - or a boxer dog. From being sharp and somewhat hooked, to a raptor bird. Of course, not only the face lends itself to this game of animal-animal similarities. Other parts of the body also collaborate so that one can Fancy the subject and entertain himself in thinking that a man with long legs is similar to a wader, like flamingo or pelican. That the gait of a woman with flat feet wearing high-heeled shoes reminds the penguin, or those who walk with legs open bent forward, to the chimpanzee. Some time ago I saw a magazine that contained a great graphic report that was titled Of such owner, such a dog, with ten or twelve photographs that showed the heads of several people next to the heads of their respective dogs, and believe me, you would say that the dogs They were faithful caricatures of their owners. Animals have always been looked for a lot of symbolism and their figures are used to represent countries, such as the cock to France or Portugal, and the fighting bull to Spain. But it is the Chinese who spend the most and base the course of their existence on the animal world: the year of the rat, the buffalo, the rooster, etc.
Yes, people and animals have more in common than we think. We often imitate the animals. Some bad, like for example those guys who are pretty donkeys because they drive like goats, awkwardly like geese. Other good things, like those to which his wife ssiduously tells them: "Manolo, you are a bull." Of course it also depends on why you say it.

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